sábado, 10 de marzo de 2012

La cama del hotel


Nuestro refugio
nuestro paraiso
el lugar donde nuestros cuerpos se empapan
el lugar donde nuestros cuerpos se aman
alii donde me follas
alli donde quiero volver
donde no me quiero marchar
donde me haces mujer, hembra y puta

lunes, 5 de marzo de 2012

Follame duro...


Quiero sentir tu polla dentro de mi, fuerte y enorme, embestida de placer y lujuria

jueves, 1 de marzo de 2012

Mi relacion con Carlos y Alberto


 
Ayer le vi. Aunque no nos saludamos, nos reconocimos a la primera. Seguía igual, los años no le habían cambiado, mantenía ese aspecto intemporal del que puede tener veinte o cuarenta años, alto, imponente e impecable. Mientras comía me vinieron a la cabeza los recuerdos de aquellas fechas.

Por aquel entonces a mis diecisiete primaveras, me dedicaba a perseguir a Alberto, un niño monisimo con ricitos rubios y un parecido físico increíble al cantante de mis sueños “Eros Ramazzoti” de hecho así le apode. A Carlos le conocí en un bar “underground” persiguiendo a mi Eros que siempre tenia colgada del brazo a alguna niña mona. Carlos sin embargo era mas tosco, mas duro en su gesto, a veces hasta daba miedo con sus vestimentas negras y sus amigos dignos de un funeral siniestro. Quería estar con Alberto, pero Carlos me parecía un reto y así conseguí que se fijara en mi, nos liamos y en el primer escarceo de portal recuerdo sus besos, intensos, largos y apasionados, recuerdo como metía su mano entre mi pelo, como descendía su lengua entre mi cuello y mi oreja, su mano en mi culo apretándome fuerte hacia él, me hacia sentir su miembro erecto en mi vientre y eso me ponía tan salida que subía a casa a masturbarme con el recuerdo.

Carlos siempre estaba rodeado de alguna chica, especialmente recuerdo una canadiense con aspecto de “rock Star” que me puso especialmente celosa, pelirroja y con pecas, con una cara de zorra que me hacia odiarla, ese día Carlos desapareció con ella y pasaron por mi cabeza todas las posibles fantasías que me hicieron sentir entre odio y morbo. Al día siguiente decidí armarme de valor y tantearle, muy zorra le pregunte por el día anterior a lo cual no contesto y me trato con desdén, mi insistencia solo le saco una pregunta - ¿ de verdad lo quieres saber? – contesto con voz firme y segura , conteste afirmativamente y mas chula todavía, pago la consumición y me invito a acompañarle.



Paseamos unos diez minutos hasta una zona de casas bajas, mientras en cada portal nos dábamos un lote de ensueño, nadie me había besado así antes. Llegamos a una casa antigua, saco unas llaves y abrió. Pasamos al interior de una casa de abuelos, con esa decoración típica de santos, camillas y sillones de oreja, mientras me decía que allí había estado el día anterior, le mire, le bese de nuevo y me empezó a quitar la camisa y la falda con prisa, sin cuidado, yo hacia lo propio con su camisa y sus pantalones, pronto estuvimos desnudos, Carlos estaba delgado pero perfectamente definido en cada músculo y enarbolaba un magnifico miembro en erección, mientras me besaba de nuevo sentía el calor de su polla en mi vientre, me ponía húmeda y sentí su mano bajando mi espalda con su dedo anular entre mis nalgas descendiendo hasta mi coño e introduciéndose en él, estaba completamente puta, me giro y me puso a cuatro patas sobre el sillón mientras miraba por el hueco de mis piernas le veía pajeandose y sentía los dedos de su otra mano humedecidos en su boca, pasar por mi sexo expuesto. A continuación senti el calor de su capullo en mi coño lo introdujo suave y eficazmente, senti como cada centímetro de él invadia mi interior, cuando llego al final me pregunto - ¿querias saber lo que hice ayer?, ahora ya lo sabes! – empezó a follarme lentamente pero el ritmo fue subiendo, poco a poco, hasta sentir los golpes de sus huevos en mi coño, su vientre en mi culo, me agarro del pelo mientras gritaba, me estaba follando duro y no podía ni hablar, apenas gritar algún sonido, era puro placer, sentía como me bombeaba placer, intente masturbarme a ritmo pero me quito las manos y me agarro de ellas, estaba indefensa, placenteramente poseída, y me corrí, estalle de placer, mientras aquel animal seguía follandome, me dolía, perdí la cuenta del tiempo que estuve así, era una maldita maquina que no se cansaba y yo empezaba a gozar de nuevo, me subía el placer de las entrañas a ritmo de verga y la piel de Carlos brillaba en sudor, la piel sintética de aquel sofá me hacia sudar aun mas y pronto estalle de nuevo, sintiéndome confundida, zorra y despistada a la vez, mientras él me cogía de las caderas y me levantaba en los últimos estertores antes de correrse, gritaba como una bestia mientras mis piernas y mi culo estaban en el aire.

Aquello se repitio un par de días mas, pero las cosas del destino, encontré a Alberto a mi merced, sin compañía y con mi cuerpo dolorido de follar con aquel animal. Vi mi oportunidad y nos liamos esa misma noche, me acompaño al portal y me beso, como un colegial, todo ternura y llamadas de cariño al día siguiente y al siguiente y al siguiente, paseos, cine y helados y besos colegiales en el portal. Debí de echar de menos algo cuando tres semanas después aproveche la ausencia paterna para invitar a Alberto a subir a casa y organizar una encerrona, todo fue suave y delicado, las caricias, era tímido, muy tímido, tardo en desnudarse y en desnudarme, nos metimos en la cama, era tan blanquito y tan blandito, se puso encima de mi en un clásico misionero y eyaculo demasiado rápido, pero nos quedamos dormidos abrazados. No se volvió a repetir de hecho le deje un par de semanas después.

 
Por algún extraño motivo volví a buscar a Carlos que estaba con una Barbie rubia preciosa a la cual dejo en el momento y me vino a saludar, no le di pie a nada y me arrepentí, algo dentro de mi me decía que merecía mas, aunque no se muy bien que.

Mientras recordaba todo esto y comía, me puse cachonda, le mire, no me estaba mirando, por suerte, quizás si lo hiciera, ahora no estaría acordándome de él.

Que curiosa es la vida!





Lo que espero de ti...


y se que me daras...