jueves, 1 de marzo de 2012

Mi relacion con Carlos y Alberto


 
Ayer le vi. Aunque no nos saludamos, nos reconocimos a la primera. Seguía igual, los años no le habían cambiado, mantenía ese aspecto intemporal del que puede tener veinte o cuarenta años, alto, imponente e impecable. Mientras comía me vinieron a la cabeza los recuerdos de aquellas fechas.

Por aquel entonces a mis diecisiete primaveras, me dedicaba a perseguir a Alberto, un niño monisimo con ricitos rubios y un parecido físico increíble al cantante de mis sueños “Eros Ramazzoti” de hecho así le apode. A Carlos le conocí en un bar “underground” persiguiendo a mi Eros que siempre tenia colgada del brazo a alguna niña mona. Carlos sin embargo era mas tosco, mas duro en su gesto, a veces hasta daba miedo con sus vestimentas negras y sus amigos dignos de un funeral siniestro. Quería estar con Alberto, pero Carlos me parecía un reto y así conseguí que se fijara en mi, nos liamos y en el primer escarceo de portal recuerdo sus besos, intensos, largos y apasionados, recuerdo como metía su mano entre mi pelo, como descendía su lengua entre mi cuello y mi oreja, su mano en mi culo apretándome fuerte hacia él, me hacia sentir su miembro erecto en mi vientre y eso me ponía tan salida que subía a casa a masturbarme con el recuerdo.

Carlos siempre estaba rodeado de alguna chica, especialmente recuerdo una canadiense con aspecto de “rock Star” que me puso especialmente celosa, pelirroja y con pecas, con una cara de zorra que me hacia odiarla, ese día Carlos desapareció con ella y pasaron por mi cabeza todas las posibles fantasías que me hicieron sentir entre odio y morbo. Al día siguiente decidí armarme de valor y tantearle, muy zorra le pregunte por el día anterior a lo cual no contesto y me trato con desdén, mi insistencia solo le saco una pregunta - ¿ de verdad lo quieres saber? – contesto con voz firme y segura , conteste afirmativamente y mas chula todavía, pago la consumición y me invito a acompañarle.



Paseamos unos diez minutos hasta una zona de casas bajas, mientras en cada portal nos dábamos un lote de ensueño, nadie me había besado así antes. Llegamos a una casa antigua, saco unas llaves y abrió. Pasamos al interior de una casa de abuelos, con esa decoración típica de santos, camillas y sillones de oreja, mientras me decía que allí había estado el día anterior, le mire, le bese de nuevo y me empezó a quitar la camisa y la falda con prisa, sin cuidado, yo hacia lo propio con su camisa y sus pantalones, pronto estuvimos desnudos, Carlos estaba delgado pero perfectamente definido en cada músculo y enarbolaba un magnifico miembro en erección, mientras me besaba de nuevo sentía el calor de su polla en mi vientre, me ponía húmeda y sentí su mano bajando mi espalda con su dedo anular entre mis nalgas descendiendo hasta mi coño e introduciéndose en él, estaba completamente puta, me giro y me puso a cuatro patas sobre el sillón mientras miraba por el hueco de mis piernas le veía pajeandose y sentía los dedos de su otra mano humedecidos en su boca, pasar por mi sexo expuesto. A continuación senti el calor de su capullo en mi coño lo introdujo suave y eficazmente, senti como cada centímetro de él invadia mi interior, cuando llego al final me pregunto - ¿querias saber lo que hice ayer?, ahora ya lo sabes! – empezó a follarme lentamente pero el ritmo fue subiendo, poco a poco, hasta sentir los golpes de sus huevos en mi coño, su vientre en mi culo, me agarro del pelo mientras gritaba, me estaba follando duro y no podía ni hablar, apenas gritar algún sonido, era puro placer, sentía como me bombeaba placer, intente masturbarme a ritmo pero me quito las manos y me agarro de ellas, estaba indefensa, placenteramente poseída, y me corrí, estalle de placer, mientras aquel animal seguía follandome, me dolía, perdí la cuenta del tiempo que estuve así, era una maldita maquina que no se cansaba y yo empezaba a gozar de nuevo, me subía el placer de las entrañas a ritmo de verga y la piel de Carlos brillaba en sudor, la piel sintética de aquel sofá me hacia sudar aun mas y pronto estalle de nuevo, sintiéndome confundida, zorra y despistada a la vez, mientras él me cogía de las caderas y me levantaba en los últimos estertores antes de correrse, gritaba como una bestia mientras mis piernas y mi culo estaban en el aire.

Aquello se repitio un par de días mas, pero las cosas del destino, encontré a Alberto a mi merced, sin compañía y con mi cuerpo dolorido de follar con aquel animal. Vi mi oportunidad y nos liamos esa misma noche, me acompaño al portal y me beso, como un colegial, todo ternura y llamadas de cariño al día siguiente y al siguiente y al siguiente, paseos, cine y helados y besos colegiales en el portal. Debí de echar de menos algo cuando tres semanas después aproveche la ausencia paterna para invitar a Alberto a subir a casa y organizar una encerrona, todo fue suave y delicado, las caricias, era tímido, muy tímido, tardo en desnudarse y en desnudarme, nos metimos en la cama, era tan blanquito y tan blandito, se puso encima de mi en un clásico misionero y eyaculo demasiado rápido, pero nos quedamos dormidos abrazados. No se volvió a repetir de hecho le deje un par de semanas después.

 
Por algún extraño motivo volví a buscar a Carlos que estaba con una Barbie rubia preciosa a la cual dejo en el momento y me vino a saludar, no le di pie a nada y me arrepentí, algo dentro de mi me decía que merecía mas, aunque no se muy bien que.

Mientras recordaba todo esto y comía, me puse cachonda, le mire, no me estaba mirando, por suerte, quizás si lo hiciera, ahora no estaría acordándome de él.

Que curiosa es la vida!





No hay comentarios: